López (I)
López es lo que todos llamamos "un tipo sobrio". Si abrimos su placard vemos una oscilación entre los grises, negros y azules, a excepeción de una corbata con motivos verdes que le regaló su madre en su cumpleaños número 36.
Trabaja en una editorial bastante mediocre, que publica trabajos de autores mediocres. Aspirantes a poetas que pretenden la rima a toda costa y treintañeras de pelo corto y colorado que, alegando estar cansadas del amor, se dedicaron a escribir noveluchas desesperanzadoras que hacen apología al suicidio y al sexo con desconocidos.
Vive solo en un departamento de Congreso. Convivió con María durante casi 7 años, pero eso ya es historia pasada. Tiene un balcón chiquito que da a la calle Moreno donde hay 3 macetas. Un potus, un gomero y una plantita de albahaca.
Cuando no está en la oficina, lee. López lee muchísimo. Sus preferidos son los rusos: Tolstoi, Gogol, Dostoievski (él lo escribe así, las 2 veces con "i") y Chejov entre otros. Cuando era adolescente afirmaba que "cuando sea grande quiero ser ruso". Claro que esos sueños quedaron encajonados después de pedir diversas becas que lo llevarían a su Tierra Prometida y no obtener resultados satisfactorios.
Si uno habla de López, todo se puede llegar a tornar letárgico, estancado. Hablar con López es un cantar diferente. Sus ojos grises que brillan cuando una nueva idea está a punto de ser expuesta, su carcajada sincera, su calidez.
López hace que uno se sienta bien consigo mismo. Estando con López sabemos que podemos perder el miedo a ser juzgados, él no juega para el equipo de nadie, o por lo menos nadie que conozcamos.
Trabaja en una editorial bastante mediocre, que publica trabajos de autores mediocres. Aspirantes a poetas que pretenden la rima a toda costa y treintañeras de pelo corto y colorado que, alegando estar cansadas del amor, se dedicaron a escribir noveluchas desesperanzadoras que hacen apología al suicidio y al sexo con desconocidos.
Vive solo en un departamento de Congreso. Convivió con María durante casi 7 años, pero eso ya es historia pasada. Tiene un balcón chiquito que da a la calle Moreno donde hay 3 macetas. Un potus, un gomero y una plantita de albahaca.
Cuando no está en la oficina, lee. López lee muchísimo. Sus preferidos son los rusos: Tolstoi, Gogol, Dostoievski (él lo escribe así, las 2 veces con "i") y Chejov entre otros. Cuando era adolescente afirmaba que "cuando sea grande quiero ser ruso". Claro que esos sueños quedaron encajonados después de pedir diversas becas que lo llevarían a su Tierra Prometida y no obtener resultados satisfactorios.
Si uno habla de López, todo se puede llegar a tornar letárgico, estancado. Hablar con López es un cantar diferente. Sus ojos grises que brillan cuando una nueva idea está a punto de ser expuesta, su carcajada sincera, su calidez.
López hace que uno se sienta bien consigo mismo. Estando con López sabemos que podemos perder el miedo a ser juzgados, él no juega para el equipo de nadie, o por lo menos nadie que conozcamos.
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