Just pick one
El loco: El loco está loco y no hay vuelta que darle. Y sí, algunos podrán decir "bueno, Cel, todos estamos un poco locos, no?". No, así de locos no estamos todos! Tiene manías de libro, es hipocondríaco, adhiere a todas las patologías del nuevo milenio y su neurosis sobrepasa los limites woodyallenescos. Sin embargo, toda su enfermedad lo lleva a estado creativos orgásmicos, es un artista nato y ni siquiera se da cuenta. Por qué lo sigo viendo? Bueno... pues porque es un perverso que desata los deseos más profundos de mis entrañas.
El ex: Se lo puede ver como una manera de cerrar asuntos pendientes o tal vez como una forma de saciar la melancolía. Es lógico que después de haber pasado un tiempo considerable, si el ex no me hizo nada malo, empiece a recordarlo con cariño, que exalte sus virtudes y elija olvidar sus defectos... y como, aparentemente, al otro le sucede lo mismo, decidimos meternos en el barquito del recuerdo, juntarnos a beber, resumir los pasados años en un par de horas y *quientedice*, capaz ver cómo ha progresado sexualmente este antiguo compañero de emociones.
El misterio: No, ni siquiera es misterioso... el tipo en sí es un misterio. De qué vive? Con quién vive? Trabaja? Tiene un pasado? Son todas preguntas que nunca llegamos a responder. Tiene un poder de oratoria tan fuerte que me envuelve en su interesantísima charla y para cuando me quiero dar cuenta, estoy sola con toooodos esos interrogantes atragantados. Si hablo con él, entro en una nebulosa tempo-espacial en la que sólo importan las palabras... palabras que NUNCA hacen referencia a su situación material-sentimental en el mundo. Por qué me interesa? *1+1=2*. Si hay algo por descubrir, TENGO qué saber qué carajo es.
El histérico: Tal vez es el especímen que más abunda, pero aún así es el que más extraño me resulta. Es como una suma del loco y el misterio... no sé qué intenciones tiene, pero su manera de expresarse es de lo más enferma. Que te invito al cine y después, durante el transcurso de la velada, te contesto sólo con monosílabos. Que te digo que me voy y me pedís que caminemos un ratito. Que sí pero mejor no. Que no pero capaz, si tengo ganas, sí. Resulta que una se pasa los años de su juventud teorizando sobre las relaciones interpersonales para llegar a la conclusión de que la histeria es el cáncer de los vínculos y aparece este, de lo más campante, y me hace sentir que soy una idiota por no entender los códigos del hombre que no sabe lo que quiere pero te hace ilusionar sólo por las dudas. Por qué está dentro de los potenciales candidatos? Bueno, porque los de su tipo están en todos lados y es practicamente imposible evitarlos.
El niño: No es que la diferencia de edad que nos separa sea tan grande... sólo sucede que estoy acostumbrada a muchachos más grandes con otro modo de ver y vivir las cosas. Parece que tiene otros códigos, usa palabras diferentes, los problemas que lo agobian me resultan un poco insulsos y ni hablar de que todavía tiene una visión poco contaminada de las relaciones. Todavía no le rompieron el corazón y cree en las mujeres. Por qué sigue siendo parte de mi vida? Vamos, es jóven y potente...
En fin... al parecer, esas son mis opciones por el momento.
Entre todos no hacen uno...
El ex: Se lo puede ver como una manera de cerrar asuntos pendientes o tal vez como una forma de saciar la melancolía. Es lógico que después de haber pasado un tiempo considerable, si el ex no me hizo nada malo, empiece a recordarlo con cariño, que exalte sus virtudes y elija olvidar sus defectos... y como, aparentemente, al otro le sucede lo mismo, decidimos meternos en el barquito del recuerdo, juntarnos a beber, resumir los pasados años en un par de horas y *quientedice*, capaz ver cómo ha progresado sexualmente este antiguo compañero de emociones.
El misterio: No, ni siquiera es misterioso... el tipo en sí es un misterio. De qué vive? Con quién vive? Trabaja? Tiene un pasado? Son todas preguntas que nunca llegamos a responder. Tiene un poder de oratoria tan fuerte que me envuelve en su interesantísima charla y para cuando me quiero dar cuenta, estoy sola con toooodos esos interrogantes atragantados. Si hablo con él, entro en una nebulosa tempo-espacial en la que sólo importan las palabras... palabras que NUNCA hacen referencia a su situación material-sentimental en el mundo. Por qué me interesa? *1+1=2*. Si hay algo por descubrir, TENGO qué saber qué carajo es.
El histérico: Tal vez es el especímen que más abunda, pero aún así es el que más extraño me resulta. Es como una suma del loco y el misterio... no sé qué intenciones tiene, pero su manera de expresarse es de lo más enferma. Que te invito al cine y después, durante el transcurso de la velada, te contesto sólo con monosílabos. Que te digo que me voy y me pedís que caminemos un ratito. Que sí pero mejor no. Que no pero capaz, si tengo ganas, sí. Resulta que una se pasa los años de su juventud teorizando sobre las relaciones interpersonales para llegar a la conclusión de que la histeria es el cáncer de los vínculos y aparece este, de lo más campante, y me hace sentir que soy una idiota por no entender los códigos del hombre que no sabe lo que quiere pero te hace ilusionar sólo por las dudas. Por qué está dentro de los potenciales candidatos? Bueno, porque los de su tipo están en todos lados y es practicamente imposible evitarlos.
El niño: No es que la diferencia de edad que nos separa sea tan grande... sólo sucede que estoy acostumbrada a muchachos más grandes con otro modo de ver y vivir las cosas. Parece que tiene otros códigos, usa palabras diferentes, los problemas que lo agobian me resultan un poco insulsos y ni hablar de que todavía tiene una visión poco contaminada de las relaciones. Todavía no le rompieron el corazón y cree en las mujeres. Por qué sigue siendo parte de mi vida? Vamos, es jóven y potente...
En fin... al parecer, esas son mis opciones por el momento.
Entre todos no hacen uno...
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